jueves, 21 de junio de 2007

OCCIDENTE O EL SENTIDO DE LA DUALIDAD






En la actualidad le son atribuidos a Occidente gran parte de todos los males que la humanidad viene padeciendo.

El motivo quizás pueda deberse en parte a la desenfrenada carrera tecnológica que la sociedad de finales de milenio ha desarrollado. Dicha sociedad se mueve a caballo entre la asimilación virtual de la robótica y el desarraigo espiritual más profundo del que algunos entendidos hace ya tiempo que tratan de alertarnos .
El manifiesto sentido del hombre actual por desarrollar una tecnología altamente sofisticada, está rozando ya los límites que marcan la zona prohibida donde habita lo impensable para estructurar la coherencia del desarrollo conceptual entre el pensamiento y la actuación disciplinada del nuevo hombre de la tecnología del futuro .
Con cautela, grandes pensadores y filósofos, acogen el ya imparable y tácito avance hacia el siglo de la fascinación por la informática. Esto, que con mucho haría las delicias del discípulo más aventajado de Julio Verne, posee incovenientes y profundas raíces en el también profundo sentido de la dualidad de la filosofía occidental. La misma se encuentra explícitamente basada en los eternos conceptos duales de que adolece nuestra cultura tales como: riqueza-pobreza, primer mundo-tercer mundo superproducción-subproducción, etc., y así hasta un número infinito de pensamientos y conceptos duales generados por la imperiosa necesidad de encontrar una alternativa al inmenso desasosiego del hombre de nuestro tiempo. Alternativa a la desesperanza y al vacío, al miedo a lo desconocido, todo ello cimentado en la pérdida de valores que sume a Occidente en el caos por excelencia de esta sociedad.
Esta situación crea, por tanto, un profunfo desequilibrio individual entre el fondo (espíritu) y la forma (necesidad de progreso existencial) .

El individualismo podría ser el factor más destacado en el desarrollo de esta complicada problemática. Generado básicamente en el concepto dual tu-yo, es la alternativa del hombre para con su semejante más inmediato. Por tanto la escisión a que da lugar tal fenómeno es el hilo conductor que induce al aislamiento del individuo de una forma callada e insólita en los anales de la historia de las relaciones humanas en el ámbito social .

Este desequilibrio viene produciendo lo que se ha denominado como "búsqueda espiritual o existencial" o lo que es lo mismo: que la mirada del hombre desencantado en sus niveles espirituales iniciara la búsqueda hace ya algunas décadas de ese lago profundo y cristalino donde intentar calmar su sed y donde llenar el vacío sin límites que parece ser el sello y destino de la sociedad de nuestro tiempo .

En la década de los setenta se observa este fenómeno en un, entonces, incipiente acercamiento de Occidente hacia el Oriente milenario y su filosofía extendida ya en nuestros días a ámbitos más cercanos. De ella se desprende que el hombre sólo puede hallar la paz en el silencio, médula del origen de la vida, y de su resonancia en los rincones de todo el ser nacerá el satori o iluminación interior definida como el estado de conciencia más elevado que le es connatural desde sus orígenes .

Así, y tras un intenso proceso de disciplina, de quietud del cuerpo y la mente, en la práctica de la VIA, en ZA-ZEN o práctica del ZEN, el cerebro pasa del pensamiento prefrontal hasta agotar todo pensamiento y entonces la conciencia se ahonda hasta llegar al cerebro primitivo (rinoencéfalo) o fase de reposo. Después se puede alcanzar el tálamo o cerebro intuitivo, accediendo así al origen del pensamiento humano de donde fluye todo conocimiento .
Al desaparecer el sentido de la dualidad que constituyen la NADA y el TODO,el hombre puede identificarse con el universo del cosmos y coexistir en interdependencia con los demás seres que en la magnificiencia del mismo son infinitos desde los albores de los tiempos .
Sólo en la práctica constante y en la ausencia de metas se consigue el satori por lo que son contados los que acceden al mismo. Pero aquí (según las enseñanzas de Buda) es donde el hombre desposeído de todo materialismo y por tanto de su EGO puede acceder al estado de armonía o satori .

Existe una tremenda contradicción desde la mismísima esencia de esta filosofía oriental. Tal es así que el hombre desposeído de sus apegos y en la pura evasión de sus problemas existenciales, se aisla en un mundo donde la única vía posible dentro de esta sociedad es unir las manos en solidaridad con ese mal llamado TERCER MUNDO, poblado de individuos auténticos pero privados de todo derecho y plenos de todas las carencias de las que goza este también mal denominado PRIMER MUNDO o sociedad avanzada .
Esta contradicción enraíza el genuino significado del EGO con el más absoluto egoísmo y la forma más aunténtica de individualismo.
Lejos de las posibles excelencias o carencias de esta filosofía surge el planteamiento que da lugar al origen de la búsqueda .

Cuando en el individuo desencantado de esta sociedad consumista, que le engulle cual monstruoso artefacto de su propia invención; lejos de nutrirle como sociedad coherente con un ente de su hábitat, no se han asentado unas bases fundamentales dentro de su universo íntimo y espiritual, esta búsqueda puede constituirse en el viaje al universo sectario donde dicho individuo se deje atrapar dócilmente por el sentido y las vibraciones de la colectividad .

La sensación de paz y hermandad de que Occidente carece se constituyen aquí como la esencia del bienestar que contribuye a llenar el vacío, obviándose así la parte de doctrina y adocenamiento que coexisten en toda enseñanza inductora .

El sentido de la dualidad al constituir por sí mismo una fuente de contradicción, también las genera en el ser humano profundamente. Estas contradicciones surgen de la necesidad de competir por el lado bueno (si lo hubiere) del sentido de la dualidad en su propia raíz. Tal es así que el individuo es regido por el propio antagonismo que conforma su cultura y por tanto su propio ser, creando así en su relación inmediata con el otro su más cercano oponente y rival. Esto que podría considerarse como un factor positivo en el plano de superación individual, podría ser también causa de la permanente insatisfacción del mismo al crearle la sensación de ausencia de límites en sus metas personales, produciéndole una falta de sentido coherente de la veracidad del ser, de la aunténtica valía y profundo sentido del equilibrio espiritual, y por ello también en el plano personal e interpersonal como individuo que debe considerarse integrado en la sociedad de su tiempo .

Existen unas fuerzas fundamentadas en el pensamiento chino llamadas "yin y yang" donde cada una de ellas es la opuesta de la otra pero, no obstante, se complementan. Son los opuestos que forman la totalidad y nada está completo sin uno u otro .
Así, a semejanza del yin y el yang, el hombre anda buscando su espíritu desde el principio de los tiempos, pues sin su espíritu, su cuerpo no puede existir en armonía .

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