jueves, 23 de agosto de 2007

ALMA Y AMOR (desiderata)

Pon el alma en todo lo que hagas, pues ¿qué sería de aquella casita de dulce golosina donde no habiten los duendes que el artesano no supo infundirle? Ya ningún niño viajará al país de los sueños mirándola.
Por amor, perdona las ofensas aún antes de que te hieran sus crueles dardos, no hay amor verdadero más hermoso que aquel que se forja en el sufrimiento. No olvides que nadie jamás halló un tesoro valioso sin esfuerzo.
Si a alguien has enseñado el fondo de tu corazón, y habiéndose complacido en sus grandes riquezas, opta por las baratijas que se encuentra en la superficie. . . olvídale, tu amor merece caer en mejores manos. No sufras suplicios sin cuento por quien quizás no sepa, ni que ese Amor se pueda dar sobre la faz de la Tierra.

Ocúpate de preservar tu alma de los estragos de la feroz turba, y no temas por su envoltorio, ya que sus días están contados. Mas tu espíritu vivirá para siempre en el corazón de los demás seres, que darán fe del Amor que habitó en el tuyo, y así será hasta el final de los tiempos.

Es probable que encuentres en tu deambular al que dice ser tu amigo, cuídate de sus falsos abrazos, porque puede ocurrir, que al lanzar su mirada por encima de tu hombro, esté buscando el sitio más débil de tu espalda para clavar el puñal envenenado con el odio de su alma; sería bueno entonces impermeabilizar la tuya a fin de no dejarte empapar por su rencor. El perdón será tu mejor arma y el bálsamo que restaurará tus heridas.

Hay quien cree que la dignidad está en ofrecer una respuesta adecuada a la ofensa; ¡pobres corazones solitarios!, jamás se han sentido amados por encima de intereses mundanos. No saben que el Amor es la única respuesta para quien, a toda costa, pretende dañar el corazón de alguien que ha procurado evitar la inmundicia.
No juzgues nunca a tu hermano por la palabra que pone en su boca, mira que la lengua , a veces, es traicionera, y el corazón no se deja desnudar ante la muchedumbre. Sé en cambio albacea del lenguaje de sus ojos, no dudes en ser depositario del más mínimo gesto de Amor que su silencio te otorgue.
Serás poseedor del testamento vivo más valioso.

Cuando al crisol de tus días hagas balance . . . mira a ver qué puedes sacar en limpio. Aparta toda necedad, y quédate sólo con lo auténtico. Busca siempre vivir en la verdad y realizar tus deseos.
Mas al balance, haz examen de la cuantía y precio del botín, no sea que para conseguirlo hayas de aniquilar a otros a tu paso, y las mieles de tu triunfo se vuelvan amarga hiel.
Nunca un triunfo fue más pobre que aquel que se cimentó en la infelicidad de los demás seres.

En tu sufrir tómate un respiro para mirar a tu alrededor y no hagas de tu pena un universo. Tus pequeñas miserias se volverán tan vanas frente a las de los demás, que tu corazón será capaz de dar gracias por seguir latiendo. Piensa que tú sólo eres el aliento que una vez impulsó un corazón a crear una vida. El mundo puede pasar sin ti, pero tú , no obstante, puedes ayudar, compartiendo el sufrimiento de los demás, a hacer un mundo más hermoso.

No temas a la soledad, teme más bien al vacío interior que priva a tu horizonte espiritual de los sueños sin fronteras. Haz que tus ojos sean fieles testimonios de la vida que palpita en sus adentros. Para que este horizonte se enriquezca hasta el fin de tus días, transmite las inquietudes de tu espíritu, que hallarán cobijo en otros horizontes, a semejanza de cielo y tierra.

Mantén siempre tu corazón virgen, como la tierra nueva para que pueda ser pasto del Amor, para que el alma sedienta encuentre el abono necesario en la tuya.

Vive desposeído de tesoros mundanos, porque al que nada posee cualquier pequeña dádiva le es una gracia del Cielo, y no hay nadie más desbordado de riquezas que aquel que se mantiene en íntimo agradecimiento por el simple y glorioso hecho de estar vivo.

En tu sendero de espinas, las rosas son tus hijos. Cuídalos como si de la propia vida se tratara. Cada hijo es un sendero distinto al tuyo. Trata de caminar en su dirección.
Procura extender a su paso la alfombra que contenga la sabiduría propia de tus años y el amor que una vez dio aliento a su vida, pero cuídate de imponer tu criterio, de cortar sus alas. Piensa que la juventud se aferra a la libertad como el viejo a la esperanza, y la sabiduría sigue a la experiencia como la huella al paso y el paso al camino. Hazle saber que estás a su lado; no obstante, guarda silencio cuando su lengua hable, y haz callar a tu corazón cuando te sobren motivos para la réplica.

Y tú, mujer, centro de vida a raudales y eje del Universo, no gastes tus días en vanidades.
Haz de tus tesoros justa medida de tu vivir diario.
Practica el renacer de la esperanza con los frutos siempre nuevos de tu cuerpo.
Evita servir de utilidad a los turbios propósitos de la maldad enmascarada. Porque no en vano se recreó el Cielo en tus múltiples dones. No es en vano, no. Porque habías de servir de ejemplo, de baluarte, de bandera por los siglos de los siglos.

Cuando tu cuerpo se halla saciado en otros cuerpos, y tu espíritu permanezca insaciable en permanente búsqueda . . . transita por el sendero que conduce a los desiertos del alma, hallarás el Amor, ese Amor que es fuente de sacrificios y renuncias. Bebe de dicha fuente hasta lograr pulir todas sus imperfecciones. Darás vida a la obra maestra de Dios, y será tan grandiosa en su perfección, que sólo tendrá cabida en otro corazón, produciéndose entonces el milagro, que salpicará a todos a tu paso y se constituirá en embrión de la vida del espíritu.
No gastes vana retórica en tu propia defensa, ni sufras ante la incomprensión de la horda gentil.

Evita caer en los abismos insondables donde tu corazón es presa del mayor suplicio. . . porque sabes que toda palabra es inútil.

Porque te sabes también fiel estudioso del sublime Amor humano que no precisa de disculpas, y así deseas ser amado.

Porque conservas como oro en paño aquel dulce deseo infantil de hallar caricias para el alma . . . y no encuentras la receta.

A ti, que eres consciente de que tu cuerpo es podredumbre corrupta, que no sacias con el placer tu deseo de amor, porque ansías el Amor del alma. Que no embotas de tontería tus únicos momentos de vida, porque buscas la verdad de tu esencia.

Para ti, porque sabes que el progreso comienza por mejorarte por dentro.

Porque te ríes de tus defectos para practicar la hermosa humildad.

¡Busca el Amor sin denuedo! ¡No repares en esfuerzo! Sueña con él noche y día y, a tal efecto, deposita un poco de Amor en cada ser, aunque te ofendan vilmente, y el cráter de tu alma constituya la herida más sangrante que un cuerpo pueda albergar . . . ofrece Amor a raudales, sólo así se halla la Paz.

Da fe del alto calibre de tus sentimientos, a fin de que sean testimonio de tu paso por la vida, pero por tu bien, no la pases disculpándote y pidiendo perdón ante tus seres queridos.

Abandona tu defensa en manos de tu corazón.

Él a través de tus ojos trascenderá su verdad.